lunes, 22 de julio de 2013

La baja por maternidad:


Como toda madre sabe, en España la baja por maternidad es una de las más cortas de Europa, en concreto 122 naturales, lo que se traduce en 16 semanas que computan desde el mismo día del nacimiento de tu hijo. Es decir, que si por ejemplo nació en miércoles, las 16 semanas computarán de miércoles a miércoles, y no por semanas completas.

A las baja por maternidad se le une el permiso por lactancia, que se puede coger todo junto, en lugar de aprovecharlo para salir antes o entrar más tarde, y así alargar el tiempo que estés con tu bebé. En este caso la extensión del permiso por lactancia está sujeta a negociación colectiva, por lo que deberás mirar el convenio de tu empresa o sector, para saber exactamente cuanto tiempo te corresponde. En mi caso han sido 16 días hábiles.

Al permiso por lactancia, le puede seguir, si así lo deseas parte de tus vacaciones. Con todo ésto lo normal es incorporarse al trabajo cuando el bebé tiene 5 meses, lo que está muy debajo de la media europea.

En mi opinión la baja de maternidad debería ser al menos de 6 meses, eso como mínimo.

Las 6 primeras semanas de la baja, son irrenunciables para la madre, ya que se considera que es el tiempo necesario para la recuperación del postparto, y que coincide con el periodo que antiguamente se conocía como cuarentena. Al resto de la baja se puede renunciar e incorporarse al trabajo, o bien puede cederse al padre para que cuide él del bebé, tiempo que se uniría al permiso por paternidad existente ahora de forma estándar que es de 2 semanas.

En todo caso, durante el tiempo que se está de baja, ya sea por maternidad o paternidad, se cobra una pensión de la Seguridad Social que será equivalente a tu salario mensual bruto, y al que se aplicará la retención que tu indiques a la Seguridad Social. Para disfrutar de esta prestación, deberás pedir cita previa en la oficina de la Seguridad Social de tu municipio o distrito, y llevar el certificado de empresa, y el libro de familia. En un mismo trámite puedes pedir la prestación económica, y la inclusión del niño en el sistema público, para este último supuesto te darán una hojita que luego deberás llevar a tu centro de salud, para solicitarle su tarjeta sanitaria.

Como he dicho antes, las primeras seis semanas de la baja por maternidad son irrenunciable para la madre según nuestra legislación laboral. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, parece que se ha puesto de moda en determinados ámbitos no sujetos al Estatuto de los Trabajadores, que las madres directamente no se cojan la baja por maternidad, y se incorporen al trabajo al poco de parir.

Me parece una locura muy criticable.

Lo primero de todo, después de dar a luz estás para el arrastre. Yo recuerdo que si estaba mucho rato de pie me mareaba. Por tanto, incluso en el hipotético caso de que por ejemplo, se de al bebé en adopción, la madre necesita un periodo mínimo, que no sería para cuidar del niño, sino simplemente para recuperarse ella misma. Como mujer trabajadora, soy la primera que reconozco lo difícil que resulta romper el techo de cristal, aún en nuestros días, y que las mujeres si quieren llegar a determinados puestos tienen que hacerlo en detrimento de su vida privada. Sin embargo, creo que todo tiene un límite, y ese debe ser la propia salud. Ya no voy a entrar en disquisiciones relativas a que si no se van a ocupar del niño personalmente siquiera sus primeros meses de vida, para que lo han tenido.

De las primeras mujeres con repercusión que renunciaron a la baja fue la actual vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, o en Francia la que fuera Ministra de Interior con Sarkozy, Dachida Daty. Puedo llegar a entender que estas mujeres no puedan dejar sus obligaciones de lado cuatro meses, pero ¿no pueden ni siquiera esperar a recuperarse de una cesárea? ¿o es la sociedad la que no se lo permitiría? ¿qué pasaría si por ejemplo un hombre que tuviera el mismo cargo estuviera un mes de baja recuperándose de una cirugía mayor? probablemente nada, pero claro no una cesárea no parece gran cosa, aunque lo sea.

El problema es que el ejemplo cunde. Por ejemplo, hace dos domingos en la contraportada de El País, como titular de una entrevista aparecía la afirmación de que como la entrevistada era abogada su trabajo no le permitía disfrutar de una baja por maternidad. ¿Perdón? pero que tontería es esa. Da la casualidad de que precisamente quien estas líneas escribe también es abogada (mejor dicho abogado, los nombres de profesión no tienen género, éste se distingue por el artículo), y está de baja por maternidad. Luego leías la entrevista, y claro, había adoptado, en cuyo caso no tuvo que recuperarse de ningún parto, ni de noches enteras sin dormir, pero aún así, lo veía como lo más normal. Lo peor, era que contaba como su compañera de despacho a la semana de dar a luz por cesárea volvía al trabajo.

Que horror.

Por experiencia propia, conozco los horarios de los despachos de abogados, y son absolutamente incompatibles con cuidar de un bebé, por lo que han tenido un niño para no verlo y que lo cuiden otros, y encima dan a entender a la (machista) sociedad que a la semana de dar a luz, una mujer ya está en condiciones físicas de reincorporarse al trabajo.

Al final, el peor enemigo de las mujeres van a ser las propias mujeres.

Es cierto, que la operativa propia del trabajo de un abogado no permite permisos largos, pues los casos y expedientes deben seguir su curso, pero en ese caso lo normal es que en tu ausencia lleve ese caso un compañero, y no pasa nada. He tenido pleitos en los que en un determinado momento ha cambiado el abogado contrario, porque estaba de baja por maternidad, y no ha pasado nada de nada. Yo misma dejé todos mis expedientes a mis compañeras antes de dar a luz, y no se han paralizado por el mero hecho de que yo haya tenido un niño.

Sinceramente, creo que esos titulares no deberían publicarse. Que a nadie se le olvide que existe el mobbing maternal, que básicamente consiste en hacer la vida imposible a una madre o futura madre para que se vaya. Sin ir más lejos, mi actual jefa tuvo que marcharse del bufete en el que llevaba trabajando doce años, por cogerse la baja por maternidad. Estos comportamientos deberían reprobarse, no alentarse desde la prensa, y presentarse como si fueran normales en determinados sectores.

Me parece una vergüenza.

Como trabajadora, reclamo mi derecho a ser tratada por mis méritos y aptitudes igual que un varón.

Como mujer, reclamo mi derecho a ser madre, y mi parcela de tiempo para poder criar a mis hijos.

Como ciudadana reclamo una sociedad donde a las madres no se nos castigue por serlo y tratar de disfrutarlo.

jueves, 11 de julio de 2013

Acabo de revisar las fotos que hicimos cuando nació mi hijo. En el hospital, a su llegada a casa, su primer paseo... ahora viéndolo desde la distancia, y a pesar del agobio que tuve al principio, como me gustaría poder viajar en el tiempo para volver a vivir esos momentos otra vez.

Nunca olvidaré el día que nació mi hijo.

Y volver a tenerle recién nacido, con lo chiquitito que era, tan indefenso. Parece increible que sea el mismo bebé.

Que pena no haberlo disfrutado más en su momento. Lo que digo, me gustaría poder rebobinar y comenzar otra vez, y otra, y otra...

miércoles, 10 de julio de 2013

El mundo del biberón:


Cuando comencé a dar biberón a mi bebé, no tenía ninguna orientación. Sobra decir que en la inútil preparación al parto, sólo te hablan de las supuestas maravillas de la lactancia materna, de ahí que haya tenido que aprender sobre la marcha, ya que dar el biberón también tiene sus trucos.

Lo primero que necesitas es averiguar que tetina le gusta a tu bebé. Ahí no queda otra que ir probando. Te recomiendo las marcas que incluyen una válvula anticólicos, ya  que les hace coger menos gases al tragar. Las tetinas pueden ser de silicona o de látex, también tienes que ver que material le gusta más.

Una vez que ya sepas que tetina le gusta, adquiere un esterilizador de la misma marca, para que así los biberones encajen perfectamente. Mientras tanto puedes esterilizarlos en el lavavajillas o hirviéndolos. Es importante que elimines perfectamente los restos de leche antes de meter el biberón en el esterilizador, ya que éste no es un lavabiberones. Venden cepillos específicos para que puedas lavarlos bien.

Hay biberones pequeños de hasta 150 mililitros, que se usan los primeros dos meses. Luego hay que pasar a los grandes. Los hay de 250 ml o de 330 ml, mi consejo es que una vez que abandones los pequeños pases directamente a los 330 ml, ya que así te ahorras los medianos.

Cuando compres el biberón mira el flujo de la tetina que lleva incorporada. Las tetinas las puedes cambiar, las venden sueltas. Las hay de flujo lento para bebés de hasta dos meses, de flujo intermedio que se usan hasta el cuarto o sexto mes, y de flujo rápido. Lo que varía es el tamaño y número de los agujeros. Ten en cuenta que un flujo inadecuado puede hacer que tu bebé trague más aire del debido, provocando gases y cólicos, así como hacer que se atragante. Adapta siempre el flujo de las tetinas, más que a la edad de tu hijo, a si se atraganta o no. Cada niño es un mundo.

Las venden también de flujo regulable, pero yo no las recomiendo porque son un lío. Llevan grabados unos números, y tienes que girar la tetina con el número hacía la nariz del bebé, para variar el ritmo del flujo. Es muy fácil hacerlo mal.

También están las de flujo papilla, que en lugar de agujeros tiene una estrella. Son obviamente para cuando empieces con los cereales.

Como verás el mismo biberón, cambiando la tetina, se puede adaptar a las distintas necesidades de tu bebé, según su edad y alimentación.

Respecto a la leche, hay un sin fin de marcas en el mercado, lo mejor es que preguntes a tu pediatra cual le das. Si topas con un talibán de la lactancia materna y se niega a darte indicaciones, como me ocurrió a mi hasta que cambié de médico, decirte que la más utilizada es la Nutribén.

Verás que los botes de leche tienen números. El 1 indica que es leche para lactantes, desde el primer día hasta los seis meses. El 2 es leche de continuación, indicada desde los seis meses hasta el año. El 3 es leche de crecimiento, a tomar durante el segundo año de vida.

Dentro de una misma marca hay varias diferentes, la normal, anti estreñimiento, anti regurgitación, digestiva... eso ya depende de tu bebé.

Para preparar correctamente un biberón, lo primero que hay que saber es que hay que olvidarse del microondas. No lo calienta por igual, y ya hay varios casos de niños ingresados por quemaduras graves en la laringe.

El agua puede ser mineral, en cuyo caso deberá ser de mineralización muy débil, o del grifo. Si usas agua del grifo tienes que hervirla un rato. Yo lo que hago es hervir un cazo grande, dejarlo reposar, y cuando está a la temperatura correcta pongo el agua en un termo, así cuando mi hijo tiene hambre preparo el biberón al instante. Los calienta biberones tardan varios minutos, y cualquier madre sabe que cuando un lactante tiene hambre la tiene pero que ¡YA!. Además, tengo la leche ya repartida en dosificadores, para no tener que ponerme a contar cacitos.

Los biberones tienen unas marcas. A un lado de dichas marcas ponen los mililitros a que corresponde cada señal, y al otro lado el número cacitos de leche (siempre tendrán que ser rasos) que hay que añadir a esa cantidad de agua. La proporción siempre es de un cacito por cada 30 ml de agua.
 
Sobre la cantidad a darle, los recién nacidos suelen tomar 30 ml en cada toma, y se va aumentando poco a poco. Dale siempre la cantidad que acepte, y con la que veas que se queda satisfecho.

A la hora de dárselo a tu bebé, inclina siempre el biberón de manera que la tetina siempre contenga leche. No dejes nunca que trague aire, es importante para evitar cólicos.

Claves para una correcta lactancia materna:


Vista desde fuera, la lactancia materna puede parecer muy sencilla y bonita. Algo para lo que la propia naturaleza nos dota a las mujeres de lo necesario para llevarla a cabo. Sin embargo, toda mujer que ha dado de mamar sabe que no es así.

Lo malo es que cuando haces la inútil preparación al parto te la pintan como algo muy bonito, y que además es lo mejor para ti y el bebé. No te preparan para llevarla a cabo correctamente, lo que es un grave error. La única opción que te dan es que acudas a los talleres de lactancia materna una vez hayas dado a luz, cuando moverte de casa es poco "más" complicado.

Lo primero que hay que saber es se van a tener los pezones tan sensibles que no se soporta ni el roce del camisón, por lo que una buena provisión de sujetares de lactancia (hasta se duerme con ellos) es imprescindible, así como los consabidos discos de lactancia, que se usan tanto para evitar las pérdidas de leche, como para mitigar la sensibilidad de los pezones.

Nunca se debe dar de mamar sólo con el pezón, sino que el bebé debe tener en su boca la mayor parte de la aureola que pueda. Si no se hace así aparecerán grietas, que resultan muy dolorosas. Si tienes dudas acerca del enganche, en el mismo hospital donde des a luz, puedes pedir a una enfermera que lo revise. Como digo es muy importante.

Para desenganchar al bebé del pecho, nunca hay que tirar, sino introducir un dedo dentro de la boquita del niño retirando así la mama. El bebé al mamar hace vacío, por lo que si tiras te saldrán heridas.

La piel de los pezones se resiente mucho, utiliza después de cada toma una pomada para lactancia. La más usada es purelán, porque no hace falta lavar el pecho antes de cada toma.

Las tomas son eternas. Lo normal es que duren entre una hora y hora y media los primeros meses. Hay quien te dice que a los dos meses el niño tiene la capacidad de vaciar un pecho en cinco minutos, pero no es verdad. Yo he hablado con un montón de madres, y tomas dicen lo mismo, como mínimo cuarenta minutos. No hay que poner tiempo a las tomas, tienes que dejar que el niño se desenganche sólo. Hay que ofrecerle primero el pecho por el que terminara la toma anterior, dejar que lo vacíe, y ofrecerle el otro del que deberá tomar lo que quiera.

El pecho después de cada toma tiene que quedar blando. Es importante que no te quede leche retenida porque se puede desencadenar una mastitis, que es una infección de la mama. Utiliza el sacaleches si tu bebé no vacía por completo el pecho. Si en notaras un bulto duro en el pecho, acude rápidamente a tu médico, puede ser una ingurgitación que es precisamente leche retenida, y que tiene que salir, ya que si se infecta puede, como digo, desencadenar una mastitis. La mastitis produce fiebre, la zona infectada estará dura como una piedra, roja y caliente al tacto, a parte de generar un dolor más intenso aún que las contracciones del parto. Pero lo peor es que como esa leche tiene que salir le tienes que seguir poniendo al pecho al niño, y eso si que duele. Se tratan con antibióticos y calor antes de las tomas.

Por mucho que haya quien se empeñe en lo contrario, dar el pecho duele. Te dolerá el enganche, es normal, puede que con suerte el resto de la toma no. Además, tras semanas dando el pecho duelen los pezones por la constante presión, y probablemente durante las tomas te suba un dolor desde el lateral del pecho hasta la espalda, es normal.

El mejor aliado para dar el pecho, además del purelán y el sacaleches, es un buen cojín de lactancia. Sirve para apoyar al niño, y así que no te duela la espalda. Intenta tener siempre una buena higiene postural, son muchas horas las que pasarás dando el pecho, y tu espalda lo agradecerá.

Si adquieres un sacaleches, te recomiendo que sea eléctrico, no hay nada peor que estar dándole a la manivela del manual durante horas. Si quieres hay tiendas como Prenatal, donde te los alquilan.

sábado, 6 de julio de 2013

Las sensaciones del principio


Cuando se tiene un bebé y se llega a casa con él o ella, la primera sensación que se tiene es de alivio por estar por fin en casa tras abandonar el hospital. Sin embargo, esa sensación dura pocas horas, se evaporan cuando el bebé comienza a llorar por primera vez.

La madre se encuentra mal por muy bueno que haya sido el parto. Lo que la apetece es que la cuiden a ella, no tener que levantarse de la cama para tener que cuidar a un niño recién nacido, con el trabajo que ello supone.

Antiguamente, las mujeres de la familia cuidaban a las madres recién paridas, de forma que ella sólo se tenía que preocupar de descansar, recuperarse, y dar de mamar al bebé. Ahora nos vamos a casa solas con nuestro hijo y un marido tan inexperto como nosotras. El caos está servido. Además, al cansancio del parto, se une el bajón hormonal propio del postparto, y el sueño, porque en el mejor de los casos, y si se tiene una buena noche, el bebé  pedirá comer cada dos o tres horas, y cualquier padre sabe que dormir a ratos no cunde lo mismo que hacerlo del tirón.

La sensación que se tiene es de caos, anarquía, sueño, depresión... es muy duro. Sobre todo porque no se ve el fin. Pasan los días y las semanas, y se sigue igual, durmiendo a ratos, comiendo a deshoras, teniendo que hacer malabarismos para ducharte, o salir de casa... el primer mes se hace eterno. Todas las madres con las que he hablado dicen lo mismo, que en lugar de las tonterías que te cuentan en la preparación al parto y que no sirven para nada, más les valdría ponerte sobre aviso de lo que va a ocurrir.

Sin embargo, cuando piensas que tú vida nunca será la misma, que no volverás a sentirte como un ser humano, que no ves la luz... un buen día, tu bebé duerme seis horas del tirón. Ni te lo crees, te parece una maravilla, seis horas, te sientes renacer. Es el principio del cambio.

Con esto, lo que quiero es dar ánimos a todos los padres primerizos que puedan leer estas líneas. Que el principio es lo peor, pero que aunque parezca increíble, pasa, se supera, y llegará un momento antes de que te des cuenta, que tu bebé te dejará dormir, y con ello volverás a comer a tus horas, a salir a la calle, y tener nuevamente vida.

Ánimo. Aunque no veas el fin, te aseguro que llega. Y antes de lo que piensas.