martes, 21 de octubre de 2014

Madres trabajadoras: un día cualquiera:

Mucha gente me pregunta que por que ya no escribo tan a menudo como antes, la respuesta es clara, soy una madre trabajadora, y eso desde luego, no es una cuestión baladí. Creo, sin lugar a equivocarme que es una de las situaciones más agotadoras que existen, sólo otra madre trabajadora podrá llegar a entenderme.

Voy a describir el que podría un día cualquiera en mi vida:
El despertador suena a las 7 de la mañana, pero como tengo tanto cansancio acumulado, y por la noche me he debido despertar del orden de 6 veces, porque el niño tenía una pesadilla, quería agua, lloraba porque si… no lo oigo y me duermo, para variar. Me levanto tarde y sabiendo que tengo el ya día comprometido de antemano con los tiempos; ventilo la casa, me ducho, desayuno, hago la cama, me visto, despierto al niño, me peleo con él, porque no se quiere levantar, porque no se quiere vestir, porque no se quiere peinar, porque no quiere salir de casa…

Una vez en la calle con el bolso, la bolsa de mi comida, la mochila de la guardería, el paraguas y el niño (en brazos, por supuesto porque sino no salimos de casa), llegamos así como media hora tarde a la guardería. Ya están todos los niños, y al mío el pobre el desayuno se le ha debido quedar tieso.
Tras dejarle en la guardería, operación que me lleva unos 10 minutos, porque es el único momento que tiene su profesora para contarme un poco del niño (como le dejo en horario ampliado, por la tarde está otra), me monto en el coche dispuesta a cruzar no la ciudad, casi la Comunidad de Madrid para llegar al trabajo. Como hay un poquito (pero sólo un poquito) de atasco, cuando llego a la oficina está ya allí todo el mundo, por lo que la operación aparcamiento se convierte en una tarea digna de héroes mitológicos (y eso que estamos en medio del campo). Al final, aparcó el coche a unos 10/15 minutos andando de la oficina, y lo más importante, cuesta arriba. Ya no necesito gimnasio.

Cuando llego y enciendo el ordenador, recuerdo que tenemos un pico de trabajo de los que hacía tiempo que no veíamos, y eso que desde que me fui de baja por maternidad somos una más en el departamento, y que casi me hubiera sido más rentable quedarme en la cama. Tras aguantarme las ganas de llorar al ver todo lo que tengo sobre la mesa, y encima la mitad de las cosas en inglés, despachar a los 4 o 5 comerciales que pasan reclamando sus contratos (no sé si he comentado alguna vez por aquí que soy abogado de empresa) y que de verdad de la buena que no sabes cuando te vas a poder poner con ellos, descubres que tienes los 2 súper marrones del mes encima de la mesa mirándote con ojos amenazadores… en fin…
A eso de las 10 de la mañana, llama mi madre (ama de casa de las de antes) para preguntarme que como ha dormido el niño. Tú tienes la bandeja de entrada del Outlook que echa humo, gente en el despacho, te desbordan los papeles, no puedes ni con tu alma, y tu madre llama para preguntar que como ha dormido el niño. Antes de ser madre me llamaba para preguntar que hacía. No voy a hacer comentarios.

Pasas la mañana currando y rezando para que no te llamen de la guardería diciéndote que el niño tiene fiebre, porque entonces tendrías que dejarlo todo para ir a buscarle y llevarle al médico, quien te dirá que al día siguiente le dejes en casa, para que así cuando tú le chutes el Dalsy o el Apiretal para llevarle a la guardería, porque justo siempre coincide que se pone malo cuando tu madre no se puede quedar con él, te sientas mala madre, pero así como con recochineo.
Si todo ha ido bien, es decir, que no te han llamado para ir a buscar al niño, llega la hora de irse a casa. Yo tengo reducción de jornada, pero el mínimo legal, es decir, me voy una hora antes de la hora normal de salida, lo que tiene dos efectos colaterales, primero que en la empresa nadie se da cuenta de que tengo jornada reducida porque al menos el 80% de las madres se van a las 2 de la tarde, y segundo, que como tienes el mismo trabajo que antes estás al borde del colapso nervioso porque antes te quedabas hasta la hora que fuera y lo sacabas adelante, y ahora te tienes que ir si o si a buscar a al niño a la guardería, y se acumula y acumula… y te vas del trabajo con la sensación que has estado allí sentada un montón de horas para en realidad no haber hecho nada.

Ahora lo peor, muchas veces son las otras madres, “ uy, ¿pero tú no te vas a las dos? fíjate para mi venir aquí es como un paseo” a esa te dan ganas de estamparla contra la pared y decirla que a ver si te paga ella las facturas y de paso te saca adelante un poco de tu trabajo, “ah, ¿pero no te lo recogen?, uff yo es que como vivo enfrente de mi madre tiro mucho de ella”, claro pero es que algunos no hemos podido elegir donde vivimos. Ahora lo mejor son las sobradas “¿tú no vas al gimnasio?, chica a ver si te organizas mejor”, o “¿te has apuntado a las clases de baile de salón?” o mi favorita “pero que mala cara tienes, eso se te pasaba teniendo una niña”…
En fin… como además de jornada reducida tengo horario flexible, e invariablemente no he llegado a la hora que debería por la mañana, tengo que recuperar por la tarde, lo que implica que salga de la oficina como alma que lleva el diablo, que no haya carriles suficientes en la M-40, y llegue pues así como más de media hora tarde a recoger al niño a la guardería. Bueno, en realidad, siempre llego tarde a todos los sitios.

A la guardería entro como arrastrándome, a ver si no me ven mucho (total, sólo mido 1,75 cm, y casi no se me ve) y rezando para que mi hijo no sea el último niño, y haya alguna madre aún más rezagada que yo. Al pobre le voy a crear un trauma, siempre le llevo corriendo y siempre llegamos tarde.
Una vez en casa, o bien vamos al médico (otra lucha con el niño, pero eso casi mejor que lo cuento en otro post, los niños y el pediatra), o tengo que hacer algún recado (más lucha, quiere ir al parque) o a la compra (él va a querer ir al parque) o vamos al puñetero parque.

Odio el parque. Abiertamente. ¿Por qué? Porque quieras o no acabas rebozada en arena o en el polvo de la arena, y yo ya odiaba la arena de niña, porque todas la madres y los niños parecen conocerse de toda la vida menos nosotros, claro que casi es preferible porque si no estás abocada a entablar animadas conversaciones sobre pediatras, mocos, colegios… con tías a las que no has visto en tu vida, y cuyo retoño te importa una mierda. Pero mi hijo se lo pasa genial, y al final cuando sonríe hace que todo merezca la pena, y que por unos instantes no sientas que estas cansada. Luego vendrá esa estupenda compañera de trabajo, o familiar y te dirá “uy, ¿pero no llevas al niño a matronatación/futbol/inglés?”. Yo un día cometo una tontería.
Una vez que decides que hay que subir a casa, o mejor dicho que tienes que subir a tu hijo a rastras a casa, toca bañarle, hacerle la cena, que cene, y lo peor de todo que se duerma. Cuando por fin consigues que se duerma, y tú estás para meterte en la cama detrás de él, tienes que hacerte la comida del día siguiente, recoger la casa, en mi caso planchar (a eso de las 11 de la noche para que no esté el niño por medio, porque no para quieto) cenar algo, prepararte la ropa del día siguiente, y tratar por unos segundos, porque no te va a dar tiempo a más, a tratar de ser una persona. Para entonces es tardísimo, y te metes en la cama mucho más tarde de la hora que realmente debieras.

Claro que al día siguiente habrá siempre alguien que me preguntará, “uy, ¿no viste a Fulano en el telediario?”, y mi respuesta será “no sé ¿sale en Bob Esponja?”

jueves, 28 de agosto de 2014

Cucos, carritos y sillas de paseo:


Una de las cosas por la que más me preguntan las que van a ser mamás, es por los cochecitos de bebé. Yo creo que elegir uno es una de las tareas más arduas de toda pareja de futuros papás, y ello se debe a la increíble variedad de marcas que hay en el mercado. Elegir una dependerá en gran medida del gusto de los futuros padres, porque son muy diferentes unos de otros, pero para empezar distinguir unos conceptos básicos para poder encarar la búsqueda.
1. ¿Qué narices es una Maxi-cossi? Creo que esa pregunta nos la hemos hecho todos antes de tener hijos. Pues bien, Maxi-cossi como tal, es una marca, eso lo primero, pero por tal concepto se suele denominar a lo que las dependientas de las tiendas de bebé denominan “huevito”, es decir, las sillas de coche grupo 0 y 0+ (hasta 9 kilos), que son las que se pueden encajar en el chasis del carrito, de forma que no despiertas a tu bebe al meterle y sacarle del coche.
Se puede adquirir por supuesto de la marca Maxi-cossi, pero también de muchas otras. Lo lógico es adquirirlo de la misma marca que tu carrito.

2. El carrito: el carro es un armatoste que pesa como un demonio, y con el que te ves obligada a cargar los primeros meses de vida de tu bebe. Se componen de un chasis (al que podrás encajar la silla de coche grupo 0) que ocupa doblado la mitad del maletero de tu coche, un cuco o capazo y una silla.
El cuco es ese chisme en el que los bebes van tumbados los primeros meses de su vida. Mucha gente os dirá que los bebés tienen que ir tumbados hasta los 6 meses, mentira, lo que no pueden utilizar hasta los 6 meses en la silla de paseo, pero si se pueden sentar. Lo suyo es usarlo hasta que el bebé deje de caber en él, aproximadamente a los 3 o 4 meses de vida. En ese momento,  desechas el cuco y en el chasis que hasta ese momento utilizabas pones la silla que te vendieron con el carrito. Estas sillas con ergonómicas y recogen perfectamente la espalda del bebé, por lo que puedes sentarles tranquilamente en ellas antes de los 6 meses.

Mucha gente opta hoy en día por no adquirir el cuco, y sustituirlo por la silla de coche grupo 0 o Maxi-cossi y se quitan un trasto de en medio. Es un error, porque los bebés no pueden ir más de 2 horas seguidas en la Maxi-cossi, mientras que tumbados en el cuco están tan divinamente.

También hay gente que hace lo contrario no adquiere una Maxi-cossi, y lleva a los niños en el coche dentro del cuco sujetándolo con los cinturones del asiento trasero. También es un error, es lo que se hacía hasta hace unos años, de hecho, hay gente que os dirá que es como deben viajar, pero no es cierto. La normativa de Tráfico dispone que los niños deben viajar desde su nacimiento en sillitas homologadas, y sólo pueden en el cuco si se dispone de un certificado médico que establezca que el bebé en cuestión debe ir constantemente tumbado por motivos médicos.

3. Las sillas de paseo: se pueden utilizar a partir de los 6 meses. Son ligerísimas, y se doblan como si fuesen un paraguas. Apenas abultan en el maletero del coche. La más conocida es la de la marca McLaren, pero también es la más cara.
He conocido a padres que eran reacios a usarla porque decían que si el niño se dormía, en la sillita del carrito le tumbaban del todo, ¿y? las sillas de paseo también se tumban. Es cierto que no les mantiene la postura como la silla del carrito, pero una vez que las usas no hay vuelta atrás. Se manejan con una mano.

Lo que hay que tener en cuenta a la hora de adquirir una es el tamaño de vuestro hijo, ya que la mayoría de ellas sólo aguantan hasta los 15 kilos (como los carritos, ojo). Solamente hay tres marcas que fabrican sillas de paseo reforzadas que aguantan hasta los 25 kilos: Silver Cross, Cybex y Uppababy. Así que si vuestro hijo/a es grandote (como el mío que con 16 meses pesa 14 kilos), mejor una reforzada.
Y tranquilos, frente a los casi 1.000 € de media que cuesta el paquete Maxi-cossi-chasis-cuco-silla, las sillitas de paseo rondan los 150 €, o menos.

Mi consejo, como el carrito lo vas de dejar de usar en cuanto huelas una silla de paseo, no te gastes el dineral que cuestan para unos meses. Adquiere una de segunda mano o localiza a algún amigo o familiar que te preste la de sus hijos, y así de paso luego se la devuelves, que abultan lo que no está en los escritos.

4. Las sillas del coche: la principal novedad que ha habido estos años en este tema, como ya he dicho es que los niños (salvo prescripción facultativa) ya no pueden viajar en el cuco, por lo que desde el primer momento hay que adquirir una silla. Se dividen por grupos, en función del peso del niño, y aunque hasta ahora era obligatorio que viajaran en silla hasta los 12 años, recientemente se ha modificado la normativa de Tráfico de manera que al alcanzar los 135 cm ya no es necesario usarla independientemente de la edad, bastará con los propios cinturones de seguridad del vehículo. Los grupos son:
- Grupo 0 y 0+: de 0 a 13 kilos. El niño viaja de espaldas. Nunca hay que usarlas en el asiento delantero y menos con el airbag activado.
- Grupo 1: de 9 a 18 kilos. El niño deberá viajar de espaldas, si la silla y la estatura del bebé lo permiten.
- Grupo 2: de 15 a 25 kilos.
- Grupo 3: de 22 a 36 kilos.
Las sillas de fijaran al asiento con los cinturones de seguridad o bien mediante el sistema isofix, si la silla y el coche disponen de él, que es indudablemente lo más seguro.