miércoles, 28 de enero de 2015

Madre trabajadora=madre cansada


Estoy comenzando a pensar, que tenía que haber titulado este blog, Diario de una mamá trabajadora, en lugar de Diario de una mamá novata. Y es que el gran reto no es afrontar ese gran desafío que es la maternidad, sino compaginarlo con una carrera profesional.
Cierto es que cuando comencé a escribir este blog aún estaba disfrutando de la (exigua) baja por maternidad, y que aún no sabía que lo realmente agotador estaba por llegar. Y es que los primeros meses son muy duros porque te encuentras fatal después del parto y tienes una criatura de la que hacerte cargo sin saber muy bien por donde empezar, eso sin hablar de las noches sin dormir, que son un auténtico horror. Sin embargo, el gran problema, aquello que no es un sprint sino una carrera de fondo a la que no le vas a ver nunca el final, es a tener dos trabajos, es decir, a ser una madre trabajadora.
En primer lugar en España hay gente que ha oído hablar de algo llamado conciliación laboral, algo lejano y remoto, una especie de mito legendario como el yeti o el monstruo del lago Ness, seres que hay dice haber visto, pero que todos sabemos que no existen realmente. Lo que si que existe es la reducción de jornada por maternidad, que en la mayoría de los casos se traduce en: trabajo unas horillas por cuatro perras que no me alcanzan ni para pagar la guardería y además lanzo mi futuro profesional por el WC; o la solución intermedia, reduzco mi jornada un mínimo (por el que me quitan una pasta en el sueldo), de manera que no tampoco se note demasiado en el trabajo (aunque tú si lo notas, porque trabajas menos horas pero con el mismo volumen de trabajo, es decir, mucho más estresada y encima cobrando menos) tratando de que no afecte a su carrera, y llegas siempre la última a recoger a tu hijo a la guardería. Y luego están las que trabajan igual que antes, y apenas ven a sus hijos que cuidan otras personas.
Parece ser que hay empresas que te permitan hacer jornadas intensivas en lugar de reducidas, pero creo que es una dimensión paralela o algo así.
Mi solución es la intermedia, que tengo que decir que no sé si es la mejor. Yo tengo el mínimo de reducción que permite la ley (trabajo 35 horas semanales, en lugar de 40), lo que me permite llegar por la tarde a recoger a mi hijo a la guardería (aunque siempre lo haga tarde), lo que implica que me quitan una pasta todos los meses del salario, y como tengo el mismo trabajo o más que antes y estoy menos horas en la oficina, tengo un estrés que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Porque una cosa hay que tener clara, nadie en tu trabajo va a tener en cuenta que tienes reducción de jornada, tú tienes que rendir igual y sacar la misma cantidad de trabajo adelante, independientemente de las horas que curres y de lo que cobres a final de mes. Pero aunque no sea lo ideal, para mi fue la única opción porque económicamente no podía permitirme más reducción y laboralmente creo que tampoco, me he dejado la piel para conseguir lo poco que tengo. Pero por otro lado, quería disfrutar de mi hijo, que para eso lo había tenido, y soy de las que piensa que los niños tienen que estar con sus madres, no con extraños.
Así que mi vida básicamente consiste en ir estresada a trabajar por todo lo que tengo que hacer en menos horas, salir corriendo del trabajo para llegar invariablemente tarde a la guardería, llegar cansada a casa, tanto que me cuesta hasta jugar con mi hijo, tratar de medio recoger la casa y arrastrarme hasta la cama. Bueno, eso y encima estudiar inglés.
Y antes de que alguien se pregunte que pasa con el padre de la criatura, decir, que éste se ocupa del niño en lo concerniente a jugar con él, pero ocurre siempre baños, cenas, limpieza, casa, recae íntegramente sobre mi.
Creo que nunca en mi vida me he sentido tan cansada.

Sé que hay madres que no trabajan, por favor las hago un llamamiento desde aquí, no se quejen delante de las que si lo hacemos; recordad: hacemos lo mismo que vosotras, pero después de ir a trabajar. Sinceramente, hay quejas que ofenden.