domingo, 3 de enero de 2016

La Eupeptina y el estreñimiento crónico

Desde que nació mi hijo sufre de estreñimiento crónico. Así de primeras puede parecer una cuestión baladí, pero os aseguro que no lo es.

Todo comenzó en el hospital nada más nacer, no expulsaba el meconio y yo lo achacaba a que estuvo casi un día sin comer (ver mi entrada sobre la lactancia materna), sin embargo, la enfermera del turno de noche me dijo que tenía la tripita muy dura, y que no podía ser, que tenía que expulsarlo (fue la misma que tras oírle llorar desesperadamente me trajo su primer biberón, menos mal). Para ello, tuvo que estimularle con masajes en el abdomen y analmente. Aquello fue el comienzo de una odisea que aún no acaba.

Cuando era un lactante, los pediatras (consulté a varios) me decían que era debido a la leche, que es que estriñe, que mejoraría cuando comenzara con los cereales. Cuando no mejoró con los cereales, me dijeron que iría a mejor con la alimentación sólida, cuando eso no ocurrió, me dijeron que le diera una dieta especial rica en fibra, como dio igual, que me pasara al movicol pediatrico (un laxante) durante 15 días, pero ¿y si al retirarlo todo sigue igual o empeora? además, ¿no es posible que su intestino se acostumbre a los laxantes si se le empiezan a dar tan pequeño? El silencio fue la respuesta, así que he pasado de los pediatras y he pedido cita con un especialista de digestivo infantil. Ya os contaré que me dice.

Durante todo mi periplo de pediatra en pediatra (7 en total) siempre ha habido una respuesta común desde el primer día: dale eupeptina. ¿Y eso qué es? os preguntaréis, pues son unos polvos blancos que se disuelven en la leche por la mañana, y en mi caso también por la noche, modificando la dosis en función de como vaya el niño.

Pero ha sido siempre todo, dale eupeptina, no pasa nada es inocua. Vale, es inocua, pero llevo dándosela 2 años y 8 meses, y el problema continúa.

El problema principal, y eso lo sabemos todas las madres que tenemos niños con estreñimiento crónico, es básicamente que no te hacen ni puñetero caso. Se lo dices al médico y como si le estuvieras diciendo que tienes un tío en Cuenca, bueno a lo mejor eso le parece hasta más interesante. Pero tú sabes que si que es un problema, porque cuando tu hijo lleva 2, 3 o hasta 4 días sin defecar, se le forman una bolas duras como piedras que no puede expulsar, y llora y grita como si le estuvieran arrancando la piel a tiras, y como le duele llega un momento que no quiere hacer ningún esfuerzo para ir al baño y se entra en un círculo vicioso. Y el problema es que si no expulsa esas bolas, se le puede provocar una obstrucción intestinal de la que habría que operarle, pero a ti en la consulta no te hacen ni caso.

La primera pediatra que visité, la del ambulatorio (ya he hablado sobre ella con anterioridad), me dijo nada dale eupeptina, pero así sin más, sin indicarme como, ni cuando, ni cuanto, como si una naciera sabiendo como administrar todos los medicamentos del vademécum médico. El caso es que la compré, y me encontré con la sorpresa de que en el prospecto no había un apartado de posología, así que volví a consulta, y mirándome por encima de las gafas, y con aire cansado y sabiondo, resopló y me dijo, media cucharadita en el primer biberón. Lo que no añadió fue todos los días, eso lo supe después.  Entre tanto, nosotros habíamos seguido estimulándole como nos habían enseñado en el hospital, era la única manera de que hiciera caca.

Así que decidí consultar al segundo pediatra, uno del seguro privado. Este me dijo de nuevo lo de la Eupeptina, pero si que ya me dio instrucciones mucho más precisas, como que había que administrarla a diario, y que también se podía dar por la noche, adaptando la dosis a como fuera el niño. Lo que dijo es que ni se me ocurriera seguir estimulándose, que eso era una barbaridad.  A los pocos días de dejar de estimularle, como no defecaba se le formó una bola tan grande que no era capaz de expulsar (tenía 2 meses), así que tuvimos que partirla como pudimos con un bastoncillo ya que se le quedó atascada en el recto. Fue horrible, comenzó a sangrar, me lo llevé a un pediatra de San Rafael (el tercero), y me dijo que se había hecho una fisura en el ano. Le tuvimos que dar una pomada antibiótica durante una semana. Evidentemente nunca volví al segundo, y comencé a ir al tercero como pediatra habitual.

Con cuatro meses el pediatra de San Rafael, me dijo que le diera fruta y cereales sin gluten, y zumos de naranja y uva. Cuando fui a la revisión del ambulatorio la enfermera (la pediatra estaba de .vacaciones y no había suplente. Que bien funciona la sanidad pública), puso el grito en el cielo cuando le dije que le estaba dando fruta, que la OMS dice que sólo leche hasta los 6 meses, (no os digo yo por donde me paso lo que dice la OMS). Luego cuando volvió la pediatra de vacaciones, me dijo que si que claro, que si está tan estreñido que había que adelantar la introducción de la fruta (le conté la milonga de que como estaba de vacaciones y se había hecho una fisura me había ido a otro pediatra, cuando la verdad es que a ella ya sólo la tenía para las revisiones oficiales). A ver si las enfermeras comienzas a no meterse en lo que no saben.

El caso es que cuando cumplió los 6 meses ya no se dejaba estimular más, pobre mío, no me extraña. Yo continué con la eupeptina, pero a los 18 meses se hizo otra fisura... También continué con el rosario de pediatras, porque el de San Rafael se jubiló en enero de 2015, y la que me asignaron nueva tiene muchísimos niños y las urgencias las atiende a las 4 de tarde (horario maravilloso donde los haya para las madres trabajadoras, y todas las madres sabemos que los niños no avisan cuando se ponen malos), así que la he dejado para las revisiones. Ahora, su único consejo sobre el estreñimiento fue... que le diera eupeptina y una dieta rica en fibra.

El quinto pediatra fue el de mi infancia. Me crucé todo Madrid para llevarle a mi niño, me dijo que le diera eupeptina y que no me preocupara que era inocua y que no creaba hábito. Ya, pero es que mi hijo continúa sin hacerlo a diario, y formándosele unas bolas horribles, que lo pasamos todos fatal cuando las tiene que echar.

El caso es volví al ambulatorio, eso si, previo cambio de pediatra, y voilá, me tocó una competente. No me lo podía creer, una buena pediatra y al lado de casa. Me dio indicaciones escritas sobre que alimentos darle, y cuales evitar (bueno, el arroz y el plátano lo tenía prohibido desde hacía tiempo) y me habló del movicol pediátrico. Ya he comentado arriba que no he hallado respuesta a mis preguntas sobre este medicamento. El sueño duro poco, a la vuelta de las vacaciones de verano la habían cambiando por la típica extiende recetas de las Seguridad Social que pasa de todo, yo creo que ni me escuchó.

En enero vamos al especialista.

Aunque lo más curioso, o hartante, son las reacciones de la gente:

- Mi madre: me pregunta todos los días, varias veces, si el niño ha hecho caca. Me llama al trabajo sólo para eso.

- Mi suegro: que el problema es que no le he llevado al médico adecuado...

- Una farmacéutica: que por Dios, como le doy eupeptina tanto tiempo, que si es que no sé que medicar a los niños en exceso es malo, que si no he oído hablar de los masajes, o que porque no le doy fruta y... bueno me debió de tener como media hora todo sin conocer los problemas ni los antecedentes de mi hijo, pero es lo que tiene que hablar es gratis, y meterse en todo también. La tenía que haber mandado a la mierda.

- Una profesora: que como le seguía dando eupeptina a un niño ya tan grande, que les produce muchos retortijones y que tenía que trabajar más la alimentación... aquí si que la conté con detalle (es maja) y rectificó. Aunque que poco nos costaría preguntar antes de hablar.

- Otras madres que no tienen el problema: lo ven como una tontería sin importancia.

- El resto de la familia y amigos: ¿pero de verdad que le medicas? ¿y eso es bueno? no, de hecho voy a ver si le empiezo a dar cianuro. O, ¿pero tú cuidas la alimentación? no, le doy a diario arroz, no te digo.

- Otras madres con el mismo problema: comprensión absoluta, solidaridad y sabios consejos.

En fin yo sólo sé, que mi hijo lo pasa fatal, que nosotros lo pasamos fatal, que los pediatras no le dan importancia, y que sólo lo sabemos los que lo sufrimos.