Ya he hablado aquí de lo difícil
que me resultó volver a la oficina tras tener a mi primer hijo, bueno, pues
ahora me toca volver a la oficina tras tener el segundo, y lo que es más
importante, tras estar un año en casa, ahí es nada.
Los desprendimientos de bolsa que
sufrí, unidos a otras complicaciones hicieron que estuviera de baja desde la
semana 13 de embarazo, hasta el final, lo que unido a la baja por maternidad,
el permiso de lactancia y las vacaciones del año pasado, suponen que haya
estado un año entero en mi casa. Va a ser cuanto menos curioso volver a la
normalidad, bueno a mi antigua normalidad, porque estar en casa es ya desde
hace tiempo mi rutina de vida.
Al principio me agobié mucho,
dejaba el trabajo de un día para otro, y tenía muchas cosas a medias, de ahí
que comenzara a trabajar desde casa, además, hasta que me dijeron en la semana
25 que me dejaban de baja, siempre pensé que iba a reincorporar. Recuerdo que
la primera semana, me la pasé entera viendo el Canal Cocina (me encanta
cocinar) y decidí descansar y relajarme, además, como tenía que guardar reposo,
poco más podía hacer, ni la cama, la hacía mi madre cuando llegaba por la tarde
de recoger a mi hijo mayor de la guardería. Tras la primera semana pedí que me
trajeran el portátil de la oficina.
Y así transcurrieron los primeros
meses, en casa, guardando reposo, trabajando y viendo la tele, porque el día
tiene muchas horas. En esa primera etapa me vi las tres últimas temporadas de
Juego de Tronos, las dos últimas de Érase una vez, y la primera de True
detective. Cuando acabó la primavera y comenzó el verano, me dijeron que me
quedaba de baja, ya podía moverme, y salir algo, pero no volvía al trabajo, fue
cuando empecé con Mad Men, enterita. El verano y el comienzo del otoño fue
tiempo de las siete temporadas de The Good Wife, y la llegaba de mi bebé vino
acompañada de las vivencias de Dexter. Ahora se supone que estoy viendo
Breaking Bad, pero no me está gustando demasiado.
Estuve trabajando desde casa
aproximadamente hasta el verano, luego ya sólo de forma puntual hasta
septiembre.
La llegada del verano vino
acompaña del levantamiento del arresto domiciliario, y sobre todo de poder
volver a ocuparme de mi hijo, liberando así a mi madre. Fue un alivio para
ambas. Con el calor tuve un riesgo alto de trombosis, y me mandaron nadar, así
que cuando le recogía de la guardería nos íbamos los dos a la piscina municipal
de al lado de mi casa, ya estaba gorda como un trullo y me suponía un gran
esfuerzo, más con el calor. Nadie que no lo haya pasado, sabe lo que es estar
embaraza en verano, y a mi encima me pilló con todo el tripón. Pero tengo
preciosos recuerdos de esas tardes los dos juntos en la piscina, con mi niño,
que ya empezaba a ser una personita, y ahora desde que ha empezado el colegio
es un sinvergüenza de tomo y lomo.
Y así pasamos el verano. En
agosto comencé con la operación inicio de cole, a comprarle la ropa y
marcársela, y en cuanto me di cuenta era septiembre y empezaba el cole de
mayores, como él dice. El primer día empezaron a las 10 de la mañana, y todo
septiembre salía a las 15 hs, menos mal que estaba de baja, sino hubiera sido
difícil. Recuerdo que para llegar las 15 al colegio comía a las 13:30, muy
pronto para mi, y luego me iba con todo el calor del mediodía, y un tripón ya
considerable a recogerle. Estoy cerca del colegio, pero iba en coche, porque no
me daba la vida. Y luego toda la tarde con él, con mi tripón... pero se
sobrevive a todo. Era la expectación del parque, porque de verdad que yo estaba
absolutamente descomunal, y con el niño en el parque, a ver, en casa era peor y
habían cerrado la piscina, todo el mundo me preguntaba, todos los días que
cuando daba a luz. También recuerdo
estar hasta octubre en pantalón corto y sandalias, que calor se tiene
embarazada.
Tras la llegada del bebé, me tocó
volver a estar más en casa, además coincidió con la llegada del mal tiempo.
Pero curiosamente es cuando más he establecido una verdadera rutina diaria. Ya
totalmente desconectada de la oficina, mis días son, una vez superaba la
primera fase de "no duermo por las noches, y me paso la mañana
durmiendo", levantar al mayor, darle el desayuno y vestirle, para que se
lo lleve su padre al colegio, ventilar, hacer las camas, recoger la casa, hacer
la compra cuando toca, algún recado la mayoría de los días, ocuparme del bebé,
escribir mientras duerme en su hamaquita a mi lado, comer viendo la serie de
turno, y salir pitando al colegio porque he apurado tiempo de más viendo dicha
serie, recoger al mayor, darle la merienda, coger el autobús a casa, ir al
parque si hace buen tiempo, sino subir a casa, baños, cenas, a dormir los
peques y yo vuelta a la tele, a un libro, o a escribir.
Esa es ahora mi vida, o lo va a
ser hasta el lunes, que me toca volver a trabajar. Lo que más pena me va a dar
es separarme de mi bebé, aunque también voy a echar de menos el silencio, ese
maravilloso silencio que invade toda la casa cuando mi marido y mi hijo mayor
salen por la puerta, esa paz, que hacía tanto tiempo que como madre trabajadora
no saboreaba.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hace un mes que escribí las
líneas anteriores, lo que supone que ya llevo un mes trabajando. Tengo que
decir que ha sido menos duro que la otra vez, igual que el hecho de enfrentarme
al postparto, supongo que porque ya lo has vivido y sabes a lo que te vas a
enfrentar.
Al llegar a la oficina me sentí
en cierta manera como si nunca me hubiera ido. Es raro, porque ya tenía muy hecha
mi vida en casa. A veces, por la noche, se me olvida que al día siguiente tengo
que madrugar, supongo que la falta de costumbre.
Lo que está siendo un poco caos,
es volver a acostumbrarme a hacer las cosas de la casa, y sobre todo la compra
por la tarde, con los niños... con lo fácil que es hacerlo tranquilamente por
la mañana. Pero siento que mi vida vuelve a estar donde debe, además, ser madre
trabajadora es como montar en bicicleta, una vez superada la adaptación, nunca
se olvida.