El blog en el que ahora escribo,
fue resultado de la necesidad de tener una vía de desahogo durante mi primer
postparto, sobre el que di cuenta sobradamente en las primeras entradas. Por
ello, al volver a quedarme embarazada una de las cosas que más miedo me daban
eran el postparto, sin embargo, no ha podido ser más diferente.
Ya suponía que el segundo hijo te
pilla con otras manos, y sobre todo con experiencia y la seguridad de saber lo
que haces, pero lo que no suponía es hasta que punto también encaras el postparto
con otra serenidad, más que nada porque sabes que tiene una fecha de fin.
Aún en el hospital lo viví todo
de otra manera, el ducharme después del parto (con el primero me pareció un
mundo), el meconio, las primeras tomas... es que ya te lo sabes, y sobre todo
decidí no agobiarme por el pecho, que se quedaba con hambre con los calostros,
pues se pedía un biberón (aunque con éste sólo tuve que pedir un par), y todo
transcurrió en paz y armonía.
Al llegar a casa siempre hay unos
días de ajuste, pero eso ya lo sabes. En mi caso aproveché que mi hijo mayor
estuvo unos días con mis padres para dormir en su cuarto, parece una tontería
pero dormir mi marido y yo en camas separadas los primeros días ayudó a
descansar mejor, sobre todo porque no me daba miedo despertarle por las tomas
nocturnas, aunque tampoco debería dármelo que la recién parida era yo, y quien
tenía que reponerse y descansar, aunque al final nunca descansas.
La episiotomía que tantos
problemas me dio tras mi primer parto, y eso que fue mucho menor, no me los dio
en éste a pesar de ser considerablemente más grande. También yo tuve muchísimo
cuidado con los movimientos que hacía, nunca tuve claro si la primera vez se
saltaron los puntos porque me cosieron mal o por un movimiento mío, así que me
movía con una prudencia infinita. Además, me comencé a dar desde el primer
momento que llegué a casa, y sin que me lo dijera nadie, el gel cicatrizante
que me mandaron para cerrar la primera. Es cierto que en el hospital me dolió
mucho, de hecho me tuvieron que dar calmantes, pero a los pocos días empezó a
cerrar y en 15 días estaba curada. Primer paso superado.
El principal problema que tuve
fue la tensión, me dieron el alta con ella alta, y tuve que recuperar el tensiómetro
del final de mi primer embarazo para controlarla en casa, y volver a comer sin
sal.... que horror. Un día llegué a 16 de máxima, y tenía un dolor de cabeza
horrible, así que mi marido me tuvo que llevar corriendo a urgencias, donde me
pincharon algo que me dolió una barbaridad, y me tumbaron del lado izquierdo,
que al parecer hace bajar la tensión cuando tienes mucha tripa. Pero a las
semanas de dar a luz, por suerte, comenzó a bajar. Menos mal, porque con eso si
que estaba preocupada.
También me relajé con el pecho,
aunque eso ya lo contaré. Hubo noches sin dormir, como es lógico, muchas, pero
muy distintas a con el mayor. Mi primer hijo nos tuvo mes y medio sin dormir, y
se tiraba hora y media para comer de día y de noche, un horror. Con el segundo
durante las tomas nocturnas me iba al sofá, porque recordaba con pavor esas
noches dando el pecho sentada en la cama, con mi marido gruñendo al lado, así
que nada, en cuanto empezaba a dar la lata por la noche al sofá, me ponía
cómoda medio tumbada para darle el pecho, y me sujetaba los brazos con cojines
por si me dormía, y relajadamente le daba de comer. La verdad es que al final nos
dormíamos los dos, y así amanecíamos muchos días, además, en cuanto me iba a la
cama y le dejaba en el moisés lloraba, así que vuelta al sofá. Hubo muchas
noches que no pude ni estirarme en la cama, era lo único que quería hacer, poder
tumbarme y estirarme a gusto en la cama, pero pronto pasó, y mi bebé duerme y
ha dormido mucho mejor que su hermano mayor. Lo bueno fue que el bebé era
hacerse de día y dormir plácidamente, no como su hermano, así que ahí recuperaba
yo sueño, es cierto que entré en un bucle que era pasar la noche en el sofá,
dormir por la mañana, comer, ir al buscar al mayor al colegio, sobrevivir a la
tarde con los dos, y vuelta al sofá, no hacía nada más, pero por lo menos dormía
algo, que nadie sabe lo que es no poder dormir nada hasta que no se vive.
Por otro lado, y lo más
importante no tuve depresión postparto, por lo que comparado con el anterior, éste
me ha parecido un camino de rosas.
Lo más agobiante, eso si, de
tener el segundo es que te tienes que ocupar de los dos a la vez, y no es fácil,
a los 15 días mi marido tuvo que volver al trabajo (claro, que en lo único que
me ayudaba era en ir a buscar el niño al colegio, porque lo demás, su frase hacia
mi, recién parida y sin dormir, era ¿qué comemos hoy?, vamos ni pensar en
ayudar en nada de la casa), así que tocó quedarme sóla con dos niños pequeños,
y cuadrar horarios para ir a buscar al mayor al colegio, con un bebé de 15 días
así lloviera, tronara... pero tiras para adelante, no queda otra, tiras de tu
cuerpo, y al final yo creo que por eso te recuperas antes, a ver que remedio. Recuerdo
que lo peor era por las mañanas, me agobiaba mucho que el bebé se pusiera a
llorar justo cuando tenía que dar el desayuno y vestir al mayor, y es que lo de
cuadrar horarios de dos niños es al principio una aventura.