Si Washington Irving me hubiera
conocido, yo creo que en lugar de hacerlo sobre un jinete hubiera escrito La
leyenda del pollo sin cabeza; aunque sinceramente, creo que dicho icono del
terror se basó de alguna manera en una madre trabajadora, y es que a veces
nuestra vida da miedo.
Muchas veces me siento desbordada
en todos los aspectos de mi vida, el otro día mi marido me decía que actuaba
como si estuviera amargada, y lo más triste es que a veces pienso que es verdad.
Este es el resumen actual de mi
vida: me levanto a las 7:30, y tras ducharme, desayunar y vestirme a toda
prisa, levanto a lo niños. Levanto al mayor, le visto, le doy el desayuno,
visto al pequeño. Primero dejo al pequeño en la guardería, y después al mayor
en el colegio, lo que supone una media hora de venga, vamos (léase a gritos y con tono histérico).
Tras superar el atasco y llegar
al trabajo, me ataco al ver la cantidad de trabajo que tengo, porque claro yo
tengo reducción de jornada, pero no de volumen. El otro día una madre del
colegio me decía que eso no podía ser, que si teníamos reducción de jornada se
tenía que reducir el trabajo, que lo dejara sin hacer, y que así la empresa al
ver que no salía saldría de su error. La pregunté donde trabajaba y me
sorpendió cuando me dijo una empresa, pensaba de verdad que me iba a decir en
la Luna.
En fin, el caso es que al tener
reducción de jornada, no llego, y es agobiante, mucho, y yo el estrés lo libero
comiendo. De abril a aquí he engordado 6 kilos. Mañana sin falta empiezo el
régimen, no me va a valer nada en breve. Este año ha sido muy duro por muchas
causas, y una de ellas ha sido el exceso de trabajo, una persona con jornada
completa no habría podido con él, bueno de hecho durante un par de meses trabajé
a jornada completa (no me lo pagaron por supuesto), y luego en casa a distancia
hasta las 2 o 3 de la mañana cada día (sin remunerar of course). Nunca, en los
16 años que llevo trabajando, había soportado una carga de trabajo tan inmensa,
tengo cosas por contestar de hace 3 semanas, y yo no soy así, me está afectando
mucho, tanto que se me olvidan las cosas, bueno se me olvida todo, y paso mi
vida en un continuo tengo que.... un horror.
Hace tiempo otra madre
trabajadora, con un puesto directivo en mi empresa, me dijo que no se podía
tener todo, creo que es mi principal problema, que lo quiero todo, una carrera
profesional y ocuparme de mis hijos yo misma. Pero lo siento, considero que una
mamá es aquella que cuida de sus hijos, lo otro es ser su madre, sin duda, pero
no su mamá, y la diferencia es abismal. Aunque puede que esté muy equivocada.
A las 16:30 salgo de la oficina
para ir a por los niños, básicamente voy como las locas con el coche porque
llevo el tiempo justo. Todos los días me parece un milagro llegar al colegio a
tiempo. Por supuesto, llevo la merienda, que he preparado la noche anterior y
me he llevado conmigo al trabajo, detalle que hijo de 5 años no aprecia, pero
que ya me encargaré yo de decírselo de mayor. Tras luchar con el mayor para que
deje de jugar en la puerta del colegio con sus compañeros, me voy a la
guardería a por el pequeño, que sólo quiere brazos y mimos. Cuando salgo de la
guardería soy un bulto seguido por un niño, que lleva encima un bolso, la bolsa
de su comida, la bolsa de la merienda, un portátil, la mochila del pequeño y un
bebé en brazos, y eso sólo con dos manos, ja, me río yo de Shiva.
Al llegar a casa suelto todo, y
como no podía ser de otra manera me pongo a ordenar y hacer camas, eso si no
tengo algún médico al que ir (eso siempre, claro está, que me haga acordado de
pedir cita. Tengo médicos para mi pendientes de aquí a la luna y vuelta). Si
hace bueno vamos al parque, lo que supone correr detrás de dos niños, cada uno
en una dirección, salvo si viene mi marido, claro, esos días son más relajados.
Tras luchar con dos fieras desatadas consigo subir a casa, no sé como lo hago
que siempre empiezo con baños y cena tardísimo, respecto al horario que
deberían llevar unos niños de su edad, supongo que soy un poco desastre. Cuando
oigo que hay niños que las 9 está durmiendo, me parece como la leyenda del
Bigfoot, un mito, a esa hora mi casa está en plena actividad. Si no hace bueno
nos quedamos en casa, lo que supone que se la echen literalmente encima, y
luego me toque recoger, porque encima mis hijos son unos desobedientes de tomo
y lomo y no recogen. Creo que lo estoy haciendo todo un poco mal.
Tras bañarles y ponerles la cena,
me pongo a preparar la comida del día siguiente. Tras eso, prepararé la ropa y
mochilas del día siguiente. A eso de las 10 trataré de iniciar una guerra
fratricida para intentar que el mayor se meta en la cama. Con el pequeño es
otro cantar, no se duerme hasta las 12 o 12:30, es súper insomne, así que le
pongo en el carrito a ver la tele, para por lo menos poder recoger en paz.
Cuando me quiero sentar son aproximadamente las 11 u 11:30, y debería trabajar
algo, o tratar de escribir, o irme a la cama, pero no puedo, me enchufo a
alguna serie de las 7 u 8 que suelo ver a la vez. Duermo una media de 5 horas
diarias, porque ese es mi único momento de paz, pero me supone estar siempre
agotada.
Para poder escribir esta entrada
he tenido que madrugar un domingo y aprovechar el bendito silencio de la casa,
porque claro sin hijos se acuestan muy tarde, pero luego no son de madrugar,
aunque juro que lo preferiría.
La tan manida expresión no me da
la vida, es tan literal en mi caso que creo que algún día me voy a romper en
pedazos. En fin...
Ayer tuve una comida familiar, y
una prima mía también con dos hijos y reducción de jornada se iba después al
cine, y los niños se quedaban con sus padres. Me dieron ganas de llorar, a mi
nunca me cubre nadie, si es por trabajo si, lo que haga falta, el otro día
hasta que quedó a dormir mi madre en casa porque yo tenía una convención, pero
nada por ocio, y a veces lo necesitaría.
Me hace mucha gracia esas mujeres
que van al gimnasio y te dicen muy pomposamente que si quieres puedes, que
siempre se encuentra un hueco para hacer deporte, que todo es querer, mirad chicas
tengo un mensaje para todas vosotras de una mujer a la que hasta le duele el
pelo de pasar tantas horas sentada, simplemente IROS TODAS A LA MIERDA.
A todas aquellas amas de casa,
que se quejan porque tienen muchas cosas que hacer, vamos, básicamente las
mismas que yo solo que encima trabajo, de verdad, IROS A LA MIERDA PERO DOS
VECES, que toca, y mucho, los cojones oíros. Ahora ¿me quedaría en mi casa sin
trabajar? primero es algo que nunca me podré permitir ni pensar, salvo que me
toque la lotería, y creo que a los dos meses estaría harta, aunque desde luego
sería todo más fácil, y no tendría tanta tensión en mi vida, porque lo que
nunca dejaría es de ser mamá, mis niños son lo mejor que he hecho en la vida y
lo único que da sentido a toda esta locura, es más, si pudiera hasta tendría
otro...