Como toda madre sabe, en España
la baja por maternidad es una de las más cortas de Europa, en concreto 122
naturales, lo que se traduce en 16 semanas que computan desde el mismo día del
nacimiento de tu hijo. Es decir, que si por ejemplo nació en miércoles, las 16
semanas computarán de miércoles a miércoles, y no por semanas completas.
A las baja por maternidad se le
une el permiso por lactancia, que se puede coger todo junto, en lugar de
aprovecharlo para salir antes o entrar más tarde, y así alargar el tiempo que
estés con tu bebé. En este caso la extensión del permiso por lactancia está
sujeta a negociación colectiva, por lo que deberás mirar el convenio de tu
empresa o sector, para saber exactamente cuanto tiempo te corresponde. En mi
caso han sido 16 días hábiles.
Al permiso por lactancia, le
puede seguir, si así lo deseas parte de tus vacaciones. Con todo ésto lo normal
es incorporarse al trabajo cuando el bebé tiene 5 meses, lo que está muy debajo
de la media europea.
En mi opinión la baja de
maternidad debería ser al menos de 6 meses, eso como mínimo.
Las 6 primeras semanas de la
baja, son irrenunciables para la madre, ya que se considera que es el tiempo
necesario para la recuperación del postparto, y que coincide con el periodo que
antiguamente se conocía como cuarentena. Al resto de la baja se puede renunciar
e incorporarse al trabajo, o bien puede cederse al padre para que cuide él del
bebé, tiempo que se uniría al permiso por paternidad existente ahora de forma
estándar que es de 2 semanas.
En todo caso, durante el tiempo
que se está de baja, ya sea por maternidad o paternidad, se cobra una pensión
de la Seguridad Social que será equivalente a tu salario mensual bruto, y al
que se aplicará la retención que tu indiques a la Seguridad Social. Para
disfrutar de esta prestación, deberás pedir cita previa en la oficina de la
Seguridad Social de tu municipio o distrito, y llevar el certificado de
empresa, y el libro de familia. En un mismo trámite puedes pedir la prestación
económica, y la inclusión del niño en el sistema público, para este último
supuesto te darán una hojita que luego deberás llevar a tu centro de salud,
para solicitarle su tarjeta sanitaria.
Como he dicho antes, las primeras
seis semanas de la baja por maternidad son irrenunciable para la madre según
nuestra legislación laboral. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, parece que
se ha puesto de moda en determinados ámbitos no sujetos al Estatuto de los
Trabajadores, que las madres directamente no se cojan la baja por maternidad, y
se incorporen al trabajo al poco de parir.
Me parece una locura muy
criticable.
Lo primero de todo, después de
dar a luz estás para el arrastre. Yo recuerdo que si estaba mucho rato de pie
me mareaba. Por tanto, incluso en el hipotético caso de que por ejemplo, se de
al bebé en adopción, la madre necesita un periodo mínimo, que no sería para
cuidar del niño, sino simplemente para recuperarse ella misma. Como mujer
trabajadora, soy la primera que reconozco lo difícil que resulta romper el
techo de cristal, aún en nuestros días, y que las mujeres si quieren llegar a
determinados puestos tienen que hacerlo en detrimento de su vida privada. Sin
embargo, creo que todo tiene un límite, y ese debe ser la propia salud. Ya no
voy a entrar en disquisiciones relativas a que si no se van a ocupar del niño
personalmente siquiera sus primeros meses de vida, para que lo han tenido.
De las primeras mujeres con
repercusión que renunciaron a la baja fue la actual vicepresidenta Soraya Sáenz
de Santamaría, o en Francia la que fuera Ministra de Interior con Sarkozy,
Dachida Daty. Puedo llegar a entender que estas mujeres no puedan dejar sus
obligaciones de lado cuatro meses, pero ¿no pueden ni siquiera esperar a
recuperarse de una cesárea? ¿o es la sociedad la que no se lo permitiría? ¿qué
pasaría si por ejemplo un hombre que tuviera el mismo cargo estuviera un mes de
baja recuperándose de una cirugía mayor? probablemente nada, pero claro no una
cesárea no parece gran cosa, aunque lo sea.
El problema es que el ejemplo
cunde. Por ejemplo, hace dos domingos en la contraportada de El País, como
titular de una entrevista aparecía la afirmación de que como la entrevistada
era abogada su trabajo no le permitía disfrutar de una baja por maternidad.
¿Perdón? pero que tontería es esa. Da la casualidad de que precisamente quien
estas líneas escribe también es abogada (mejor dicho abogado, los nombres de
profesión no tienen género, éste se distingue por el artículo), y está de baja
por maternidad. Luego leías la entrevista, y claro, había adoptado, en cuyo
caso no tuvo que recuperarse de ningún parto, ni de noches enteras sin dormir,
pero aún así, lo veía como lo más normal. Lo peor, era que contaba como su
compañera de despacho a la semana de dar a luz por cesárea volvía al trabajo.
Que horror.
Por experiencia propia, conozco
los horarios de los despachos de abogados, y son absolutamente incompatibles
con cuidar de un bebé, por lo que han tenido un niño para no verlo y que lo
cuiden otros, y encima dan a entender a la (machista) sociedad que a la semana
de dar a luz, una mujer ya está en condiciones físicas de reincorporarse al
trabajo.
Al final, el peor enemigo de las
mujeres van a ser las propias mujeres.
Es cierto, que la operativa
propia del trabajo de un abogado no permite permisos largos, pues los casos y
expedientes deben seguir su curso, pero en ese caso lo normal es que en tu
ausencia lleve ese caso un compañero, y no pasa nada. He tenido pleitos en los que
en un determinado momento ha cambiado el abogado contrario, porque estaba de
baja por maternidad, y no ha pasado nada de nada. Yo misma dejé todos mis
expedientes a mis compañeras antes de dar a luz, y no se han paralizado por el
mero hecho de que yo haya tenido un niño.
Sinceramente, creo que esos
titulares no deberían publicarse. Que a nadie se le olvide que existe el
mobbing maternal, que básicamente consiste en hacer la vida imposible a una
madre o futura madre para que se vaya. Sin ir más lejos, mi actual jefa tuvo
que marcharse del bufete en el que llevaba trabajando doce años, por cogerse la
baja por maternidad. Estos comportamientos deberían reprobarse, no alentarse
desde la prensa, y presentarse como si fueran normales en determinados
sectores.
Me parece una vergüenza.
Como trabajadora, reclamo mi
derecho a ser tratada por mis méritos y aptitudes igual que un varón.
Como mujer, reclamo mi derecho a
ser madre, y mi parcela de tiempo para poder criar a mis hijos.
Como ciudadana reclamo una
sociedad donde a las madres no se nos castigue por serlo y tratar de disfrutarlo.
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