lunes, 3 de agosto de 2015

Víctimas de la lactancia materna

Recientemente se ha publicado un libro en el que por primera vez (y ya era hora) un pediatra ha puesto sobre la mesa todas las falacias que nos están vendiendo sobre la lactancia materna. No es un libro en su contra como muchos piensan, sino que pone de manifiesto una serie de errores que se están cometiendo.

Por ejemplo, explica que hay más casos que nunca de niños desnutridos y raquíticos (a partir de los 6 meses la leche materna no es suficiente), o que crecen los casos de complejo de Edipo. Eso por no hablar de la desorbitada presión que se ejerce sobre las madres.

Yo comencé este blog estando sumida en una depresión post parto que me empujaba a pensar que la única solución a mis problemas era quitarme la vida. La puñetera lactancia materna tuvo mucho que ver en ello. Este blog fue la forma de liberar mis demonios, simplemente contando lo que me ocurría. Me llegaron muchos mensajes de otras madres que habían pasado por lo mismo, por correo electrónico, por Facebook, por mensajes en este blog (algunas entradas tienen más de 8.000 visitas )simplemente yo lo hice público. Éramos víctimas de la lactancia materna.

El dejar de dar el pecho a tus hijos antes de los 6 meses de convierte a los ojos de los talibanes de la teta en una mala madre, es increíble lo que tienes que llegar a oír o leer. La prueba está en que el pediatra que ha escrito el libro, ha recibido tantas amenazas que ha tenido que suspender la presentación.

Me rió yo de los del Estado Islámico.

Mirando comentarios en internet sobre este libro, descubro más mujeres como yo, que consideran que ya era hora de que mostrase esta realidad. Un contrapunto al libro del g. de Carlos González, que de verdad que cuando lo leí lo único que quería era asesinarle (le habría venido bien a ese hombre ponerse en algún momento verdaderamente en la piel de una mujer).

Los talibanes apoyan principalmente su opinión en que la OMS considera que la LM debe ser exclusiva durante los 6 primeros meses de vida. Pues bien, eso es porque la recomendación es para el mundo entero, y en los países en vías de desarrollo muchas veces es la única opción de alimentar a un bebe, bien porque no tienen otra cosa, bien porque los alimentos pueden estar contaminados. Son muchos los pediatras que a los 4 meses ya te dicen que les des fruta y cereales sin gluten, no todos defienden la LM de forma exclusiva hasta los 6 meses, además, son los médicos (como el que ha escrito este libro) quienes deberían hablar, no las madres locas, talibanas y sectarias, por no mencionar a las doulas o las matronas.

Por cierto, hablando de médicos, habría que preguntar a los ginecólogos, qué opinan ellos, ya que son los que ven el lado de la mujer, el lado de quien sufre. A mi el mío me retiró la leche sin más, parecería tener más empatía con mi situación que muchas mujeres (como la matrona de mi ambulatorio o la enfermera del pediatra).

De verdad que la presión que se ejerce sobre nosotras es absolutamente inhumana, hasta unos límites que quien no lo ha vivido no se imagina. Y si, yo no quiero dar el pecho si tengo una mastitis, o grietas, o un punto blanco, no tengo porque sufrir, la maternidad nunca debería ser sinónimo de sufrimiento. La maternidad es amor.

Yo fui una víctima de la lactancia materna, que me hizo perderme los primeros tres meses de vida de mi hijo, porque no le disfruté, es más, le rechazaba porque era la causa de mi dolor. Esos tres meses los tengo clavados como un puñal en mi alma, porque siento que me perdí una parte de mi bebe, de mi niño precioso que es mi vida entera. Y eso, es algo que no le perdono a nadie.

miércoles, 28 de enero de 2015

Madre trabajadora=madre cansada


Estoy comenzando a pensar, que tenía que haber titulado este blog, Diario de una mamá trabajadora, en lugar de Diario de una mamá novata. Y es que el gran reto no es afrontar ese gran desafío que es la maternidad, sino compaginarlo con una carrera profesional.
Cierto es que cuando comencé a escribir este blog aún estaba disfrutando de la (exigua) baja por maternidad, y que aún no sabía que lo realmente agotador estaba por llegar. Y es que los primeros meses son muy duros porque te encuentras fatal después del parto y tienes una criatura de la que hacerte cargo sin saber muy bien por donde empezar, eso sin hablar de las noches sin dormir, que son un auténtico horror. Sin embargo, el gran problema, aquello que no es un sprint sino una carrera de fondo a la que no le vas a ver nunca el final, es a tener dos trabajos, es decir, a ser una madre trabajadora.
En primer lugar en España hay gente que ha oído hablar de algo llamado conciliación laboral, algo lejano y remoto, una especie de mito legendario como el yeti o el monstruo del lago Ness, seres que hay dice haber visto, pero que todos sabemos que no existen realmente. Lo que si que existe es la reducción de jornada por maternidad, que en la mayoría de los casos se traduce en: trabajo unas horillas por cuatro perras que no me alcanzan ni para pagar la guardería y además lanzo mi futuro profesional por el WC; o la solución intermedia, reduzco mi jornada un mínimo (por el que me quitan una pasta en el sueldo), de manera que no tampoco se note demasiado en el trabajo (aunque tú si lo notas, porque trabajas menos horas pero con el mismo volumen de trabajo, es decir, mucho más estresada y encima cobrando menos) tratando de que no afecte a su carrera, y llegas siempre la última a recoger a tu hijo a la guardería. Y luego están las que trabajan igual que antes, y apenas ven a sus hijos que cuidan otras personas.
Parece ser que hay empresas que te permitan hacer jornadas intensivas en lugar de reducidas, pero creo que es una dimensión paralela o algo así.
Mi solución es la intermedia, que tengo que decir que no sé si es la mejor. Yo tengo el mínimo de reducción que permite la ley (trabajo 35 horas semanales, en lugar de 40), lo que me permite llegar por la tarde a recoger a mi hijo a la guardería (aunque siempre lo haga tarde), lo que implica que me quitan una pasta todos los meses del salario, y como tengo el mismo trabajo o más que antes y estoy menos horas en la oficina, tengo un estrés que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Porque una cosa hay que tener clara, nadie en tu trabajo va a tener en cuenta que tienes reducción de jornada, tú tienes que rendir igual y sacar la misma cantidad de trabajo adelante, independientemente de las horas que curres y de lo que cobres a final de mes. Pero aunque no sea lo ideal, para mi fue la única opción porque económicamente no podía permitirme más reducción y laboralmente creo que tampoco, me he dejado la piel para conseguir lo poco que tengo. Pero por otro lado, quería disfrutar de mi hijo, que para eso lo había tenido, y soy de las que piensa que los niños tienen que estar con sus madres, no con extraños.
Así que mi vida básicamente consiste en ir estresada a trabajar por todo lo que tengo que hacer en menos horas, salir corriendo del trabajo para llegar invariablemente tarde a la guardería, llegar cansada a casa, tanto que me cuesta hasta jugar con mi hijo, tratar de medio recoger la casa y arrastrarme hasta la cama. Bueno, eso y encima estudiar inglés.
Y antes de que alguien se pregunte que pasa con el padre de la criatura, decir, que éste se ocupa del niño en lo concerniente a jugar con él, pero ocurre siempre baños, cenas, limpieza, casa, recae íntegramente sobre mi.
Creo que nunca en mi vida me he sentido tan cansada.

Sé que hay madres que no trabajan, por favor las hago un llamamiento desde aquí, no se quejen delante de las que si lo hacemos; recordad: hacemos lo mismo que vosotras, pero después de ir a trabajar. Sinceramente, hay quejas que ofenden.