domingo, 31 de enero de 2021

Una mamá teletrabajando

No descubro nada nuevo al mundo si digo que el año pasado estuve varios meses confinada en mi casa por el Coronavirus. Pues vaya, diréis, como todos, pues si, efectivamente, pero con la salvedad de que en mi caso lo he hecho teletrabajando con dos niños de 7 y 3 años, lo que ha sido y está siendo realmente estresante. Algo que realmente sólo podrán entender aquellas madres que hayan pasado por la misma experiencia. Y digo madres, porque si, una vez ha recaído todo sobre nosotras, el teletrabajo, los teledeberes, el cuidado de los pequeños, la casa... sin comentarios.

Sé que no soy la primera ni la última que se queja, pero es que realmente ha sido de locura. Una de las peores experiencias de mi vida, sólo comparable a mi primer postparto, aquí narrado. Lo primero de todo te preocupas porque la situación no les afecte, no dejan de ser niños, que no vean ni sienten tu preocupación, pero hay momentos que todo te desborda. 

En mi casa pasamos el Covid al inicio del confinamiento, así que también nos ha tocado en cierta manera tratar que no percibieran nuestro malestar físico, pero no fue fácil, un día a mi marido se lo tuvo que llevar una ambulancia, pero esa es otra historia. 

Recuerdo que lo único que quería era que llegara el fin de semana para por lo menos poder dejar de teletrabajar. Estábamos en la mesa del comedor con dos portátiles mi hijo mayor y yo, por lo que me tocaba hacer dos cosas a la vez, además de la comida, la casa, el pequeño... En su momento fue duro si, pero estaba convencida que lo había superado bien, pero la reciente nevada, que en mi caso nos ha impedido salir de casa varios días, era materialmente imposible te hundías hasta la rodilla, ha abierto en mi una herida que pensaba curada, menos mal que me pilló de vacaciones y lo llevé mejor, pero lo que está claro es que psicológicamente algo se rompió dentro de muchos de nosotros durante aquellos meses. 

Y lo digo abiertamente, no fue tanto el no poder salir como compaginar tantas cosas a la vez. Quien haya leído este blog, sabrá que me paso la vida de un lado para otro, de hecho hacía mucho que no escribía una entrada porque no me da la vida, pero aquello fue distinto, porque había que hacerlo todo a la vez. A la vez que morían 900 personas diarias. 

Ah, me olvidaba, el confinamiento me pilló haciendo un postgrado universitario, otra cosa más a añadir, pero la verdad, mentiría si dijera que en cierta manera fue una bendición porque era mi válvula de escape, algo en lo centrar mi mente sin pensar en nada más. Cuando estudiaba, estudiaba, punto, había que centrar la cabeza, no quedaba otra. 

En diciembre volví a pasar el Covid, soy una de las reinfectadas, me duró menos tiempo pero me puse peor, otra vez nos tocó volver a encerrarnos en casa, afortunadamente fue durante el puente de la Constitución y pude descansar, ah, porque esa es otra, ninguna de las dos veces me han dado la baja, que puedes teletrabajar, pues nada a joderse, como si trabajar desde casa no fuera trabajar al fin y al cabo.

Ahora estoy con turnos alternos de teletrabajo y presencial en la oficina, al principio era un día si y otro no, y ahora lo han cambiado a turnos de 15 días. Es cierto que el teletrabajo en silencio y sin niños ya es otra cosa, pero no dejas de estar en tu casa, que es tu lugar de esparcimiento y descanso, por lo que te mentalizas del todo, eso sin contar con el hecho de no llegas a desconectar del trabajo nunca. La semana pasada me tocó ir todos los días a la oficina, y fui feliz, mucho, era como volver a vislumbrar por una rendija mi antigua vida, salir de casa y relacionarte con otras personas.  A ver como llego los 15 días seguidos de teletrabajo... 

En fin, sigamos adelante, no queda otra.