Si digo que conciliar maternidad
y trabajo fuera de casa es complicado, no descubro nada nuevo, aunque es cierto
que solamente las madres trabajadoras (por regla general, a los padres
españoles les queda mucho camino por recorrer en la asunción de
responsabilidades en este tema) sabemos realmente cuán difícil es; y como si el
niño/a se pone malo, la cuadratura del círculo es un juego al lado de lo que
nosotras hacemos. Yo a veces hasta creo oír de fondo la música de Misión
Imposible, bueno lo cierto es que me la canto yo misma, por aquello de rebajar
presión.
Claro está que hay determinadas
circunstancias que hacen que dicha tarea, propia de los doce trabajos de
Hércules, sea más o menos complicada. Para mi las principales serían:
- La flexibilidad laboral, es
decir, la posibilidad de acomodar tu horario de trabajo a tus necesidades
personales. No es la panacea, pero ayuda, sobre todo a la hora de tener que
llevar el niño al médico, o ir al trabajo después de una, o varias, noches en
vela, y a menudo en urgencias. Y es que aunque a algunos les parezca un
escándalo, se puede hacer el mismo trabajo que tus compañeros, pero a otras
horas, porque al final, no nos engañemos lo importante es que el trabajo salga,
algo también aplicable a la reducción de jornada.
- El teletrabajo, ese invento que
te permite realizar tu trabajo desde casa, y que a muchos todavía les parece
tan lejano y ficticio como la teletransportación de Start Trek. Claro que va
totalmente en contra de esa filosofía laboral tan extendida en nuestro país,
popularmente conocida como "calentar silla", y que lleva a muchos a
pensar que el mejor trabajador/a es aquel que se está siempre en su puesto y
hasta las mil, da igual que entre medias se haya tomado siete cafés, y haya
bajado nueve veces a fumar a la calle aunque no fume, se queda hasta tarde. Al
algunos les deberían explicar el significado de la palabra productividad.
- El tercer elemento, y el
recurso más habitual son los abuelos, vamos que dejas al niño/a con tus padres
o tus suegros, y te largas a trabajar tras, en mi caso, cruzarte todo Madrid en
hora punta, y tratar de llegar a una hora razonable a la oficina (de ahí al
Paris-Dakar de cabeza), aunque hay suertudos que los tienen al lado de casa,
pero no es mi caso. Consejo para todas
aquellas parejas jóvenes que estén buscando piso y quieran tener hijos en el
futuro: quedaros cerca de la familia, la vais a necesitar.
El último recurso, cuando falla
todo lo anterior es recurrir al Dalsy o la Apiretal, es decir, le metes un
chute de antitérmico a la criatura, le endosas al cole/guarde, te vas a currar
y que sea lo que Dios quiera. Por desgracia, ésto es lo más habitual de unos
años a esta parte, sobre todo en las grandes ciudades donde hay mucha gente que
procede de otras provincias, y no tiene aquí a la familia, o como en muchos
casos los abuelos aún trabajan. Hombre, también te puedes coger el día de
vacaciones, si, pero no hay vacaciones que cubran el calendario escolar y
además las enfermedades infantiles. Por eso, yo a nuestros niños les llamo la
generación del Dalsy, porque al final para que este medicamento quien les está
criando, pobrecitos míos.
Ya hay muchos colegios que tienen
servicio médico (algo impensable cuando yo era pequeña), y te entregan un protocolo
para cuando les tengan que administrar ellos medicamentos. Hay otros colegios
(la mayoría públicos), donde no te dejan que los niños vayan a clase con
medicación. No sé como lo harán los padres en estos casos, a mi si muchas veces
no me hubieran dejado llevar a mi hijo mayor con medicación en la guardería, no
sé como hubiera podido seguir trabajando.
Toda esta reflexión, con la que
no le descubro nada nuevo a nadie que tenga hijos, viene a raíz de una
conversación que tuve recientemente, con una amiga que reside en Alemania con
su marido y su hijo de casi dos años. Le comenté que cómo lo hacían estando
ellos solos (ella española, él italiano) sin abuelos que les ayuden, y me
respondió que es complicado, sobre todo cuando se pone malo, pero que en esos
casos teletrabaja o si ve que el niño no la va a dejar hacerlo, pide el
justificante.
¿El justificante? ¿qué
justificante? ¿de qué me estaba hablando?
Bueno pues es que resulta que en
Alemania, cuando tu niño/a se pone malo, su pediatra te hace un justificante
para tu empresa en el que indica que considera que el niño se tiene que quedar
en casa X días, y nadie ve mal que tú te quedes a cuidarle, es más, lo ven
lógico, es tu hijo. Cuando la dije que aquí mucha gente le mete un chute de
Dalsy (que por cierto, allí no existe, no hay nada parecido) y ala para la
calle, le pareció un escándalo, horrible, y es que no nos engañemos, lo es,
pero hace tiempo que hemos perdido la perspectiva.
Sin embargo, para llevar a cabo
estas medidas en España harían falta dos cosas:
1.- Concienciación de la sociedad
y los empresarios, de manera que nadie viera mal que un padre o una madre
faltaran al trabajo para cuidar a su hijo.
2.- Que se usara con
responsabilidad, ya que no olvidemos que estamos en un país que hizo de la
picaresca uno de sus grandes géneros literarios del siglo de oro.
Por cierto, han pasado semanas
desde esta conversación, y a mi aún me dura el cabreo con este país. Se me va a
tardar en pasar, bastante tiempo.
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