viernes, 20 de enero de 2017

La generación del Dalsy:

Si digo que conciliar maternidad y trabajo fuera de casa es complicado, no descubro nada nuevo, aunque es cierto que solamente las madres trabajadoras (por regla general, a los padres españoles les queda mucho camino por recorrer en la asunción de responsabilidades en este tema) sabemos realmente cuán difícil es; y como si el niño/a se pone malo, la cuadratura del círculo es un juego al lado de lo que nosotras hacemos. Yo a veces hasta creo oír de fondo la música de Misión Imposible, bueno lo cierto es que me la canto yo misma, por aquello de rebajar presión.

Claro está que hay determinadas circunstancias que hacen que dicha tarea, propia de los doce trabajos de Hércules, sea más o menos complicada. Para mi las principales serían:

- La flexibilidad laboral, es decir, la posibilidad de acomodar tu horario de trabajo a tus necesidades personales. No es la panacea, pero ayuda, sobre todo a la hora de tener que llevar el niño al médico, o ir al trabajo después de una, o varias, noches en vela, y a menudo en urgencias. Y es que aunque a algunos les parezca un escándalo, se puede hacer el mismo trabajo que tus compañeros, pero a otras horas, porque al final, no nos engañemos lo importante es que el trabajo salga, algo también aplicable a la reducción de jornada.

- El teletrabajo, ese invento que te permite realizar tu trabajo desde casa, y que a muchos todavía les parece tan lejano y ficticio como la teletransportación de Start Trek. Claro que va totalmente en contra de esa filosofía laboral tan extendida en nuestro país, popularmente conocida como "calentar silla", y que lleva a muchos a pensar que el mejor trabajador/a es aquel que se está siempre en su puesto y hasta las mil, da igual que entre medias se haya tomado siete cafés, y haya bajado nueve veces a fumar a la calle aunque no fume, se queda hasta tarde. Al algunos les deberían explicar el significado de la palabra productividad.

- El tercer elemento, y el recurso más habitual son los abuelos, vamos que dejas al niño/a con tus padres o tus suegros, y te largas a trabajar tras, en mi caso, cruzarte todo Madrid en hora punta, y tratar de llegar a una hora razonable a la oficina (de ahí al Paris-Dakar de cabeza), aunque hay suertudos que los tienen al lado de casa, pero no es mi caso.  Consejo para todas aquellas parejas jóvenes que estén buscando piso y quieran tener hijos en el futuro: quedaros cerca de la familia, la vais a necesitar.

El último recurso, cuando falla todo lo anterior es recurrir al Dalsy o la Apiretal, es decir, le metes un chute de antitérmico a la criatura, le endosas al cole/guarde, te vas a currar y que sea lo que Dios quiera. Por desgracia, ésto es lo más habitual de unos años a esta parte, sobre todo en las grandes ciudades donde hay mucha gente que procede de otras provincias, y no tiene aquí a la familia, o como en muchos casos los abuelos aún trabajan. Hombre, también te puedes coger el día de vacaciones, si, pero no hay vacaciones que cubran el calendario escolar y además las enfermedades infantiles. Por eso, yo a nuestros niños les llamo la generación del Dalsy, porque al final para que este medicamento quien les está criando, pobrecitos míos.

Ya hay muchos colegios que tienen servicio médico (algo impensable cuando yo era pequeña), y te entregan un protocolo para cuando les tengan que administrar ellos medicamentos. Hay otros colegios (la mayoría públicos), donde no te dejan que los niños vayan a clase con medicación. No sé como lo harán los padres en estos casos, a mi si muchas veces no me hubieran dejado llevar a mi hijo mayor con medicación en la guardería, no sé como hubiera podido seguir trabajando.

Toda esta reflexión, con la que no le descubro nada nuevo a nadie que tenga hijos, viene a raíz de una conversación que tuve recientemente, con una amiga que reside en Alemania con su marido y su hijo de casi dos años. Le comenté que cómo lo hacían estando ellos solos (ella española, él italiano) sin abuelos que les ayuden, y me respondió que es complicado, sobre todo cuando se pone malo, pero que en esos casos teletrabaja o si ve que el niño no la va a dejar hacerlo, pide el justificante.

¿El justificante? ¿qué justificante? ¿de qué me estaba hablando?

Bueno pues es que resulta que en Alemania, cuando tu niño/a se pone malo, su pediatra te hace un justificante para tu empresa en el que indica que considera que el niño se tiene que quedar en casa X días, y nadie ve mal que tú te quedes a cuidarle, es más, lo ven lógico, es tu hijo. Cuando la dije que aquí mucha gente le mete un chute de Dalsy (que por cierto, allí no existe, no hay nada parecido) y ala para la calle, le pareció un escándalo, horrible, y es que no nos engañemos, lo es, pero hace tiempo que hemos perdido la perspectiva.

Sin embargo, para llevar a cabo estas medidas en España harían falta dos cosas:

1.- Concienciación de la sociedad y los empresarios, de manera que nadie viera mal que un padre o una madre faltaran al trabajo para cuidar a su hijo.

2.- Que se usara con responsabilidad, ya que no olvidemos que estamos en un país que hizo de la picaresca uno de sus grandes géneros literarios del siglo de oro.


Por cierto, han pasado semanas desde esta conversación, y a mi aún me dura el cabreo con este país. Se me va a tardar en pasar, bastante tiempo. 

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